sábado, 13 de octubre de 2012

42.- TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA


 

  ¿Por qué debe ser transmitida la revelación divina?

Jesús vino al mundo para darnos a conocer el designio salvador del Padre. Él lo comunicó por medio de su predicación y de sus milagros, añadiendo que todo la había recibido del Padre.

Sabiendo que Él tenía que partir de este mundo e ir al Padre, encomendó a los Apóstoles y discípulos la difusión de su mensaje.

“Id, enseñad a todas las gentes..... enseñándoles a observar cuanto yo os he mandado” (Mt 28, 19-20). “Ellos se fueron predicando por todas partes, cooperando con ellos el Señor y confirmando su palabra con las señales consiguientes” (Mc 16, 20)
La revelación divina debe ser transmitida porque es bueno su conocimiento para que los hombres logren más fácilmente su salvación.“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (I Tim 2, 4)
La mente humana, obnubilada por las pasiones, es incapaz por sí sola de remontarse a las verdades necesarias para la salvación y Dios viene en su auxilio por medio de la revelación, por eso es necesario que sea conocida por todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares.

¿Cómo se transmite el depósito de la fe?
1. Por la Tradición eclesial.
La Revelación divina expresada por Jesús, con hechos y palabras, fue recibida por los Apóstoles y transmitida a sus sucesores para que, a lo largo de los siglos, la conserven y difundan. (CIC 78 ss)
La sucesión en la doctrina es una constante, oral y escrita, en todos los tiempos de la Iglesia.
“Practicad lo que habéis aprendido y recibido y habéis oído y visto en mí” (Flp 4, 9)  “Os he transmitido lo que yo mismo he recibido” (I Cor 15, 3)

2. Por la Sagrada Escritura.
El mensaje de la salvación, que constituía la Tradición, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, fue puesto por escrito, formándose así lo que conocemos hoy como Sagrada Escritura.
La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios. Por ella, el Padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar son ellos.
La Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el depósito de la fe ( II Tm 1, 12-14), confiado por los Apóstoles al conjunto de la Iglesia. CIC 84.

3. Por el Magisterio de la Iglesia
Uno de los oficios de la Iglesia es interpretar auténticamente la Palabra de Dios; es el llamado Magisterio de la Iglesia (CIC 85 ss)
Por el Magisterio de la Iglesia sabemos que la Tradición y la Sagrada Escritura son auténticas.
Jesús puso a Pedro como cabeza visible de su Iglesia “Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 17) Y dijo a los Apóstoles: “El que a vosotros escucha, a mí me escucha” (Lc 10, 16)
Los católicos tenemos esta enorme ventaja sobre nuestros hermanos separados los protestantes y anglicanos, quienes, al carecer de una cabeza visible, carecen, en consecuencia, de una auténtica interpretación y cada fiel puede interpretar la Biblia según su libre entender, lo que, desde su separación de la Iglesia católica, les ha llevado a múltiples divergencias y, en el mundo protestante, al nacimiento de innumerables grupos y sectas.
En la Iglesia católica pueden darse, en puntos no definidos como dogmas, diversas interpretaciones teológicas, y de hecho se dan; pero, están siempre supeditas al dictamen del Sumo Pontífice y de los Concilios Ecuménicos, que son quienes tienen la última palabra en los temas de fe y de moral.
La Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia están, unidos entre sí, de tal modo, que ninguno puede subsistir separado de los otros. (CIC 95)
Esta unidad de las tres cosas conduce a la unidad en la fe, y a la seguridad de que la fe que profesamos es la misma que profesaron los Apóstoles y todos sus sucesores, la misma que ha profesado siempre el Pueblo de Dios. Apartarse de ella es apartarse del mensaje de Jesús.

Anterior: Interpretación de la Biblia
Siguiente: Los Evangelios y la Historia

No hay comentarios:

Publicar un comentario