domingo, 3 de febrero de 2013

55.- ¿QUÉ ES LA SALVACIÓN CRISTIANA?


 Salvar significa liberar de un mal. La salvación definitiva es ser liberado de todo mal.
¿De qué nos salva la salvación cristiana?
Salva de todo lo que los humanos calificamos como desgracia: Del mal social, como la injusticia, la opresión, la explotación; el mal individual, como el odio, el egoísmo, la dureza de corazón.
Vivimos atenazados, inmersos y acorralados por los males del mundo. Todos los medios de comunicación se hacen eco diariamente de la multitud de males y desgracias que azotan a los seres humanos, en las diversas partes del mundo.
Todos los días nos desayunamos con los informativos de las cadenas de televisión que nos cuentan, al detalle, los sucesos más sobresalientes que han ocurrido en las últimas horas. Por supuesto, todos ellos plagados de dolor y de sufrimiento.
Salva del último de los males de esta vida terrena: la muerte.
Con la muerte física acaban los gozos y los sufrimientos, los amores y los odios, los egoísmos y las generosidades. La muerte acaba con todo y con todos, igualando a todos.
Considerada como el final, el se acabó, la muerte es, de verdad, terrible.
Considerada bajo el punto de vista de la fe, la muerte física es otra cosa. Ya no es terrible, es dolorosa por lo que tiene de separación temporal de los seres queridos, pero, sobre todo, es esperanzadora porque es la antesala de la casa del Padre.
Salva del miedo al juicio
Sólo teme el que espera ser condenado; el que espera ser absuelto va lleno de esperanza. El juicio versará sobre el amor, hecho vida y florecido en obras; el que, guiado por su fe, ha amado de corazón y de obra, sólo le cabe esperar la justa recompensa.
“Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer....” (Mt 25, 34)
“Cuanto a mí, a punto estoy de derramarme en libación, siendo ya inminente el tiempo de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Ya me está preparada la corona de la justicia, que me otorgará aquel día el Señor, justo Juez, y no sólo a mí, sino a todos lo que aman su venida” (II Tim 4, 6-8)
Salva del mal más radical: La condenación eterna, es decir, el rechazo del hombre por parte de Dios como consecuencia del rechazo de Dios por parte del hombre. 
                                                                                        
La salvación es, sobre todo, encuentro con Dios.  
El encuentro con Dios, incoado en la etapa de la vida terrenal y consumado en la etapa futura, comporta:
Plenitud de verdad. Dios es la Verdad, la plena verdad. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y al que has enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3)
“Cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo parcial... ahora vemos por un espejo y obscuramente, pero entonces veremos cara a cara” (I Cor 13, 10-12)
Plenitud de amor. Dios es amor, es mi Padre y me ama. Ser cristiano es llenarse del amor del Padre y cooperar para que otros también lo alcancen. Ser cristiano es escoger el amor como motor de la vida. El encuentro con Dios hace partícipes de su amor trinitario.
Plenitud de vida, y vida sin límites. Participación en la vida de Dios, revelada en la resurrección de Jesús. “Yo soy la Resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre” (Jn 11, 25-26)
La vida eterna es la felicidad que proviene de la unión con Dios.

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