sábado, 30 de marzo de 2013

77.- EL PENTATEUCO

 Introducción
El Pentateuco, al que los judíos llaman La Thorá o , es el primero de los 73 libros de  Consta de 5 libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.  Su fin general es exponer cómo Dios escogió para sí al pueblo de Israel y lo formó para la venida de Jesucristo, de tal modo que, en realidad, es Jesucristo el que se vislumbra a través del misterioso destino del pueblo escogido.

El autor del Pentateuco es Moisés, profeta y organizador del pueblo de Israel, así lo sostienen la tradición judía y cristiana.
El mismo Jesús habla del “Libro de Moisés” (Mc 12,26), de la “Ley de Moisés” (Lc 24,44) atribuye a Moisés los preceptos del Pentateuco (Mt 8,4;Mc  7,10; 10,5; Lc 5,14;20,28; Jn 7,19;) y dice en Juan  “Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a Mí, pues de mí escribió él”.
Hay que admitir, sin embargo, la posibilidad de que Moisés se sirviese de fuentes ya existentes y que el Pentateuco, en el decurso de los siglos, haya experimentado ciertas adiciones accidentales, introducidas en el texto a modo de glosas y comentarios, sustitución de palabras y formas arcaicas, variantes debidas a los copistas, etc.

Génesis significa “generación” u origen. Contiene los misterios de la prehistoria y los comienzos del Reino de Dios sobre la t+Tierra. Describe las creación del universo y del hombre, la caída de los primeros padres, la corrupción general, la historia de Noé y el diluvio.
Luego el autor sagrado narra la confusión de las lenguas en la torre de Babel, la separación de Abraham de su pueblo y la historia de este patriarca y de sus descendientes: Isaac, Jacob y José, para terminar con la bendición de Jacob, su muerte y la de su hijo José.
En esta sucesión de acontecimientos históricos van intercaladas las grandes promesas mesiánicas con las que Dios despertaba la esperanza de los patriarcas, depositarios de  primitiva.

Éxodo, es decir, “salida. Entre el Génesis y el Éxodo median varios siglos, tantos como los hijos de Jacob estuvieron en el país de los Faraones. El autor sagrado describe la opresión de los israelitas; la historia del nacimiento de4 Moisés, su salvación de las aguas del Nilo, su huída al desierto y la aparición de Dios en la zarza.
En la segunda parte, la liberación del pueblo de Israel y su salida de Egipto, las entrevistas de Moisés con el Faraón, las diez plagas, el paso del Mar Rojo, la promulgación de  de Dios en el Sinaí, la construcción del Tabernáculo, la institución del sacerdocio de 

Levíticode Leví, padre de la tribu sacerdotal. Trata de los sacrificios, disposiciones sobre los sacerdotes, el culto y los objetos sagrados. Habla de las purificaciones, de algunas prohibiciones, los impedimentos matrimoniales, los castigos de ciertos pecados y los votos y diezmos.

Números, en su primer capítulo refiere el censo llevado a cabo después de concluida la legislación sinaítica y antes de la salida del monte de Dios. Se proclaman leyes sobre los nazareos y disposiciones sobre la formación del campamento y el orden de las marchas.
Casi todos los acontecimientos referidos en los Números sucedieron en el último año del viaje, mientras se pasan por alto casi todos los sucesos de los 38 años precedentes.
Al final, se añade el catálogo de las estaciones durante la marcha a través del desierto y se dan a conocer varios preceptos sobre la ocupación de la tierra de promisión.

Deuteronomio es, como expresa su nombre, la “segunda Ley”, una recapitulación, explicación y ampliación de  de Moisés, El profeta, antes de reunirse con sus padres, desarrolla en la campiña de Moab en varios discursos, la historia del pueblo escogido, inculcándole los mandamientos divinos.
En el primero, (1 – 4,43), echa una mirada retrospectiva sobre los acontecimientos en el desierto, agregando algunas exhortaciones prácticas y unas magníficas enseñanzas.
En el segundo discurso (4,44 -11,32) y en la parte legislativa (caps 12 – 26),  repasa las leyes anteriores, haciendo las exhortaciones necesarias para su cumplimiento y añadiendo numerosos preceptos complementarios.
Los dos últimos discursos (Cap 27 – 30) tienen por objeto renovar  con Dios, lo que, según las disposiciones de Moisés, ha de realizarse después de entrar el pueblo en el país de Canaán.
Los capítulos 31-34 contienen el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, el cántico profético de éste, su bendición y una breve nota sobre su muerte.




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